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Crítica ‘Cuando no te pones falda’ [Sínkope]

Cuando no te pones falda (Sinkope)   Allá por el 2010, Sínkope decidía sacar Canciones Repescás, Retocás y Arrejuntás, un recopilatorio bastante irregular con el que saciar las ansias de sus seguidores. El resultado no cumplió las expectativas, por lo que algo nuevo del grupo extremeño, seis años después del excelente Esta noche se merece otra ronda, cae como gotas de lluvia en campo árido. El trabajo se llama Cuando no te pones falda (Warner). Ha sido grabado en los estudios Guantánamo de Mérida por Juan Flores y Alberto David, y mezclado por Luismi García en los estudios Sonak de de la misma localidad. La masterización corrió a cargo de Pepe del Pozo en los estudios Noise Criteria de Madrid. El álbum corrobora lo que desde hace años tendría que ser un secreto a voces, sino una realidad, que Sínkope atesora tanta calidad como para ocupar un lugar privilegiado en el podio del rock español. Por no decir el número uno.

   El peculiar mundo de Vito entra en escena nada más arrancar la primera pista, A la maldad no hay quien la mate, pues una temática poco habitual -y atractiva- acapara la atención del oyente. En sí, es el análisis de lo innato en el ser humano. El grupo rinde homenaje a Thomas Hobbes, quien afirmaba que “el hombre es malo por naturaleza”. En este caso, la maldad es un ente que lo anega todo, no sólo en lo espacial, sino en lo temporal, como bien da a entender el sencillo e ilustrativo verso “Ayer es hoy y será mañana”. La melodía va ganando fuerza a medida que avanza, hasta desembocar en puro rocanrol. Mención especial merece el solo a mitad de tema, una constante de este Cuando no te pones falda.

   En orden, le sigue Autovitografía (por encima), la cronología vital del líder de la banda. Pese a ocultarse tras un parche e infinidad de brillantes versos, Vito Íñiguez ofrece un trocito de sus vivencias, que van desde lo más común, el campo, la escuela y el grupo de música, hasta vertientes del cantante más peliagudas, como la figura paterna, accidentes y sus consecuentes secuelas. A destacar la contundencia de las guitarras en una melodía que discurre constante y uniforme durante el tránsito de infante a adulto. Una escueta y melódica arenga abre el corte tercero. Político, católico y putero es una joya del rocanrol poético-combativo, nicho de mercado todavía poco explotado y del que Sínkope da buena constancia que controla. Quizá posea una lírica más sencilla en comparación con el resto de tracks, pero a fin de cuentas no tendría mucho sentido un análisis crítico bajo un manto de metáforas indescifrables. No obstante, cada estrofa tiene magia, está trabajada y no da puntada sin hilo. Como todo en Sínkope, es una forma diferente de decir lo mismo de siempre.

Alberto David, Juan Flores 'Chino', Vito Íñiguez, Manuel Peña y Miguel Álvarez (Sinkope)

Alberto David, Juan Flores ‘Chino’, Vito Íñiguez, Manuel Peña y Miguel Álvarez (Sinkope)

   Ya es habitual en las letras de la banda la presencia del campo, y es que ha devenido en símbolo con el paso de los años. En Cuando no te pones falda, tiene un lugar preferente, dado que Mirando al cielo (diseñando desiertos) parte del campo para dar salida a todos los problemas que se derivan de la mano del hombre sobre la naturaleza: polarización meteorológica, contaminación, muerte animal… Y todos “mirando al cielo”. En consonancia con el mensaje pro naturaleza, queda apropiado el insistente uso de la acústica.

   La actitud canalla y el endurecimiento de guitarras regresan con Días de perro, una aproximación optimista al fracaso y la infelicidad, esa temerosa sensación que Vito convierte en un camino estoico hacia la supervivencia; el vía crucis contemporáneo de la razón. Del tema en cuestión sorprenden los coros guatequeros propios de los setenta (“uuuuh”). El primer tema amoroso tarda en llegar, es el corte seis, Donde el viento se acuesta, aunque viene con una pátina de romántico y sugerente sexo. Amor y sexo, sexo y amor, ambas vertientes se entrelazan de forma excepcional: por un lado, el sabor de unos labios (a buen entendedor…); por otro, la poesía del piropo sencillo (“ella es guapa, terriblemente guapa”). El final… ¡joder, es Platero y tú!

   El segundo bloque de temas se origina con Lo mío tiene lo suyo, un compendio de posesivos que trata de expresar la complejidad del ser, sobre todo el de Vito. Y es que no es fácil sobrevivir a la propia esencia cuando uno está lleno de dudas y rarezas. Canción con garra, aunque con un ritmo mucho más pausado que el tono general de Cuando no te pones falda. Lírica compleja fundamentada en gran parte en el contraste de imágenes, que lleva de “a mis pies les doy cuerda” hasta “alud de navajas abiertas”. La lenta del compacto es La flor de los besos, así como la más larga, superando los seis minutos. Tono reflexivo y cadencia en el cantar de Vito para reforzar la idea de superar fronteras y abogar por la huída del reino de la apatía. El ritmo se viene arriba de nuevo con Si soy molino (grano limpio), reafirmación del grupo sobre la elección de su entorno: poetas, putas, rocanrol… Lo bueno y lo bueno de lo malo. Vamos, grano limpio.

   En acústico empieza Los trajes de mi voz, hasta que -poco antes de llegar al minuto de tema- Vito descorcha su voz rota, la percusión se intensifica y las cuerdas se rasgan y se distorsionan. Canción que navega entre el individuo y el colectivo, ya que desde el primero se insta al segundo a la unión, motivo por el cual cobra especial interés el mensaje del estribillo: la voz de Vito manda en mensaje, y así unifica a las demás. Quizá en este tema esté expresado uno de los misterios del éxito de la música. Antes de cerrar el disco, el corte que le da nombre, Cuando no te pones falda, y que a buen seguro se convertirá en una habitual, como ya lo son Al raso o Encanutao. Otra muestra de cómo la sencillez cala, un piropo de cinco minutos en forma de fábula entre el viento y una figura femenina. Ésta alcanza su cénit tanto en el sentido estribillo como en el afilado punteo de la guitarra solista. Aunque para sentido, el corte final, Pa cuando me juzguéis. Se masca la frustración, el error, la incomprensión; destila humildad, pesar… Pero además -y de nuevo- optimismo, porque una vez asumido que el “pan recién hecho hace malas migas”, es cuestión de seguir buscando y afianzar.

   Muchos opinan que todo lo que pare Sínkope suena igual o parecido, y nada más lejos de la realidad. Sínkope está concebido para la élite del rock, pues tiene personalidad, esencia y buen gusto. Es por ello que resulta una injusticia que el grupo no esté entre los grandes del país. Cuando no te pones falda refrenda la teoría, porque es un trabajo excepcional, donde se ofrece un maridaje perfecto entre el requiebro de la poesía (Vito de eso sabe un rato) y el porte del rocanrol bien construido (la banda lo borda, y muestra de ello son unos solos plásticos y elegantes). No sobra ni falta nada, una pieza que sirve para disfrutar en solitario y para apreciar en público. Y qué decir de los directos, lo más probable es que más de tres y de cuatro temas pasen a ser casi imprescindibles. Con este nuevo LP, el grupo dispone de la enésima oportunidad para conquistar el trono y no bajarse nunca.

Cuando no te pones falda (2013)

  1. A la maldad no hay quien la mate
  2. AutoVitografía (por encima)
  3. Político, católico y putero
  4. Mirando al cielo (diseñando desiertos)
  5. Días de perro
  6. Donde en viento se acuesta
  7. Lo mío tiene lo suyo
  8. La flor de los besos
  9. Si soy molino (grano limpio)
  10. Los trajes de mi voz
  11. Cuando no te pones falda
  12. Para cuando me juzguéis
SABICIO (rúbrica)

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Esta entrada fue publicada en 19/09/2013 por en Música, Reseña/Crítica y etiquetada con , , , .

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