La semana pasada me hice un hueco libre entre crítica y crítica para acercarme a ese laberinto que actualmente agita la coctelera del presente y muy especialmente del futuro: las inteligencias artificiales.Las hay para dar y regalar.
Una de ellas (Pika) permite subir una imagen a la plataforma y darle movimiento (en mis redes sociales se puede ver un ejemplo de la práctica). Para los imberbes del mundillo, todavía está un poco en cueros, o mejor dicho, si no tienes conocimientos sólidos, hace falta tiempo para conseguir algo con cara y ojos. Aun así, sirve para atisbar lo que se nos viene encima, desde lo más básico, conseguir material para las redes sociales, a la flipada padre, un futuro en el que las películas sean cosa de cualquiera.
Sin embargo, la IA que más captó mi atención fue aquella destinada a crear canciones (Suno) casi de la nada, a partir de una petición. Tremendamente sencillo: un estilo y una temática o concepto. Le queda camino por recorrer (le cuesta entender lo que es «punk», y ya ni hablemos del «punk kalimotxero»), pero las posibilidades son una locura.
Dentro de unos años -no muchos- será habitual acceder a ChatGPT o Gemini para pedir una letra sobre un tema, o darle una forma a una ya compuesta, y pasar ese texto por la herramienta digital de turno para que le dé forma. Canciones en treinta minutos.
La creatividad devaluada y el circuito patas arriba. Entonces, el tarro de las esencias habrá sido abierto.
Aquí te dejo algunos ejemplos (locuras bastante curiosas) para que vayas abriendo boca.
SABICIO
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