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Crítica ‘The Eskarallas’ [The Eskarallas]

The Eskarallas - The Eskarallas - FrontalNueva banda en las filas que nos cobijan. El punk rock vive un gran momento, y producto de ello tenemos la primera obra de The Eskarallas. Con título homónimo, ha sido grabada en Edisco Estudios por Fernando Campos. Sátira, conocidos de la escena y muchas sorpresas. Francamente bien.

La pista que abre el álbum de The Eskarallas, Atrapados en la red, podría llevar la típica frase del cine comercial «de los creadores de». Tras ella encontramos al padre adoptivo del punk rock estatal, Evaristo Páramos. La letra está construida sobre frases lapidarias que describen con certeza a la vez que con sencillez el nuevo orden digital: «Atrapados en la red, moralismo de oferta en internet […] quizá algún día nos volvamos a ver»… Respecto a la melodía, pues punk que cumple bien, con algún otro detalle como el riff del inicio y el puente.

Como no podía ser de otra manera en la escuela Páramos, siempre hay hueco para la policía, y en ello se recrea Carro policial. La descripción recurre a los comportamientos más reprochables de quienes se suponen que son los adalides de la justicia. Violencia, prostíbulos, drogas… la lista sigue hasta estratificar todo aquello que se supone que condenan. El estribillo tiene más de coro que de vocalista, y una vez más, el riff inicial marca el toque diferencial de la melodía.

La del americano vuelve las referencias corpóreas. Evaristo Páramos aparece como primer padrino de la banda. Es una colaboración anunciada sin palabras. La voz del líder de Tropa do Carallo se parece mucho a la de Julen, de modo que el aporte no resuena tanto en la composición. La pista florece alrededor del estribillo, que se desliza como en su día lo hiciesen los de Gatillazo. Esto permite dar forma al fragmento en cuestión.

Por último destacar el inicio teatralizado, que podría haberse alargado hasta conseguir un guiño al cine musical, por ejemplo enlazando con West Side Story. Hubiese sido un gran golpe de ironía de cara a establecer un contraste entre la Norteamérica de los americanos (las armas) y la Norteamérica de The Eskarallas (los ojos de Europa).

The Eskarallas banda

Xavi, Gorka, Julen, Julián y Rubén // FOTO: The Eskarallas

¡Es lo que hay! tiene unas piezas diferentes: por momentos parece sonar a rock de taberna y a ratos al punk rock de Manifa. Lo que sí queda claro es que la voz y la rítmica van a una, junto con una batería tranquila.

Por lo que respecta a la letra, The Eskarallas recurre al abecé de la crítica, véase la policía, los bancos, la Iglesia, y al descrédito de todos ellos respecto de los de abajo. Lo hace con estilo, lanzando lemas que beben del No Future a la vez que de una postura nihilista. Desde la estructura a la calle.

Y precisamente en la calle se construye el discurso de Ciudad del pánico. La urbe es la vida moderna: la incertidumbre, las falsas expectativas creadas por los medios, estar en manos de algún «cabrón»… La pista recuerda al espíritu combativo y ligero de Kaótiko y Piperrak, pero se desmarca con la inserción de un saxo meloso en el minuto dos. Eso sí, no se priva de tener a Josetxu en la voces. La añadidura de vientos mete la canción en un saco diferente, le añade peso, personalidad y el pesar de esas vidas que protagonizan los versos. Dada esa burbuja en la canción, la salida con el estribillo es un grito de rabia.

La sureña es un ejercicio de ironía al proyectar un mundo post-democrático en el que se formulan positivamente las consecuencias del desastre. Se ata con una melodía desenfadada, con desmarques rockeros y punteos que avivan la posibilidad de baile.

The Eskarallas logo

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El punk más rabioso se da cita en Calle 24. Un minuto de infarto para detener un desahucio. El grupo tira del acervo popular para el coro. The Eskarallas juega con el punk. Bien hecho.

También podría venir de la cultura compartida la letra de Nadan, por aquello de «pero mira cómo beben los peces en el río». Sin embargo, aquí se convierte en una historia de supervivencia -de los peces, claro- en un entorno lleno de «mierda y suciedad». Ayuda Manolo Kabezabolo que añade ese punto cloaquero y andrajoso tan cojonudo. La banda aleja al maño de las drogas, lo llevan hacia el cambio climático, en un rol más próximo a de Tanto tonto monta tanto.

Más nexos de unión todavía se producen en Demoler o tren, que mete la coctelera Demolición de Los Saicos y O tren de Andrés do Barro. Hermana continentes, muestra las raíces de la formación y nos da algo diferente -sobre todo por la parte gallega-, que buena falta hace. Punk contra el progreso industrial aliñado con un coro alegre y pop. Toda una sorpresa punk.

Las formas del Lehendakaris Muertos y Manifa asoman en fondo y forma a lo largo de Kale bakala. Especialmente en lo segundo. El riff que abre la pista bien podría adornar Oso panda, y la letra -metiéndole cera a los propios- desde luego podría ser de Manifa, así como por el uso de referentes conocidos por la mayoría, como son Chimo Bayo o la Rave del Misterio.

Tras un largo periplo lleno de guiños culturales, chascarrillos punk y referentes, el disco pide columnas sólidas sobre las que asentar el repertorio. La estupidez humana hace eso mismo. Xavi y Julen le ponen voz al alimón.

El corte se deja de giros de guión y tira por el camino del medio, el directo, y va de cara. Otra vez, estribillo muy Gatillazo. Sí, tenemos algo de ska, pero los elementos que se desatan no dejan lugar a dudas: punk.

A un paso de cerrar el álbum, The Eskarallas optan por un contenido más ligero, de situación: ¿De qué vas? es la chapa del borracho en un bar. Se puede rescatar un par de ítems: por un lado, ganan peso los instrumentos, y el puente se siente muy bien; por el otro, gran idea el corrido que cierra la pista. Un clip que desde ya debería cerrar los directos.

Una versión de Love Me I’m a Liberal pone punto y final a la ópera prima de The Eskarallas. Love Me, soy un liberal echa los restos para meterse con la nueva-vieja estirpe económica. Los acusa de querer cambiar las cosas para que lo importante no cambie. Maquillaje social. Otro ejercicio peculiar que además permite meter un instrumento tan alejado del punk como es el piano. Si ¿De qué vas? tenía hechuras de cerrar actuaciones, esta huele a primeros compases de concierto (no para abrir).

No hace falta mirar a trasluz para ver los referentes musicales de The Eskarallas; es más, algunos aparecen para aportar su granito de arena y que el proyecto tenga alcance. Pero apenas los necesita, porque el álbum funciona como un tiro.

Las canciones suenan frescas, se nota la intención de sumar con pequeños detalles, ya sean musicales o teatrales, y -escuchado con detenimiento- resulta muy interesante ese núcleo referencial, que amplía los límites de la crítica punk.

El disco tiende varios puentes. El primero, comercial o de homenaje, con las colaboraciones. Poco riesgo, pero una victoria segura. El segundo, de carácter ácido, mediante la sátira. A estas alturas, casi un habitual del género, pero The Eskarallas tiene punch. Por último, un tercero en forma de patchwork lleno de intenciones: con aderezos instrumentales, pero también indagando en referentes propios, desde la portada (procedente de Nanami: The Infierno of First Love) hasta Los Saicos. Ahí el álbum gana bastantes enteros. Ahora bien, el compacto dispone de tantos anclajes que tal vez podría haber aligerado carga con algún tema menos. No tanto por la calidad o por el minutaje, más bien por el número de pistas.  

Producto de la sociedad. Producto de una pandemia. Producto recomendado.

The Eskarallas (2023)

1) Atrapados en la red 2) Carro policial 3) La del americano 4) ¡Es lo que hay! 5) Ciudad del pánico 6) La sureña 7) Calle 24 8) Nada 9) Demoler o tren 10) Kale bakala 11) La estupidez humana 12) ¿De qué vas? 13) Love Me, soy un liberal

SABICIO

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Esta entrada fue publicada en 18/01/2024 por en Música, Reseña/Crítica y etiquetada con , .

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