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Crítica ‘Que empiece el baile’ [Cobardes]

Cobardes - Que empiece el baile - FrontalCobardes nos entrega su segundo disco, Que empiece el baile (El Dromedario Records), grabado, mezclado y masterizado por Kolibrí Díaz en los Estudios R5. Rock y romanticismo, la sempiterna receta para el mal de amores.

El compacto abre con Caminos de algodón, una pista tranquila donde prácticamente todo queda en manos de la aspereza de la voz de Javier Janices. Y es que la melodía maneja patrones acomodados en los que ésta permanece retenida. La rima es apropiada y las pinturas no demasiado llamativas, pero se equilibra con un estribillo agradable. Letra feminista, de deseo, casi de cuidados.

La relación que se establece entre la estrofa y el estribillo resulta más acusada en Quinientas mil mañanas. Porque el fragmento álgido entra con mayor ímpetu. E igual de contrastado es el puente, entrando en fase poco más que acústica, con buena salida para cometer los últimos segundos de la canción. Por su parte, la letra carga la maleta de recovecos románticos, aunque sin llegar a endulzar demasiado el escaparate. Promesas, desilusión y reproches: desamor.

El tempo baja tras recibir En otros labios. En los primeros pasos parece que el cénit vendrá de la mano del coro, en un ademán pop, pero con el paso de los segundos damos con un estribillo que fluye bien, y la canción -de corte romántico- va creciendo hasta acabar en alto.

Cobardes banda

Iban, Íñigo Idoate, Javier y Íñigo Álvarez ( // FOTO: Cobardes

Cada verso de En llamas se desliza por la cuerda del theatrum mundi y, en paralelo, del individuo canalla; una letra con sabor a siglo XX por su relato de relación agotada y que -desde según qué circuitos- podría ser interpretada como la romantización de la misma debido al uso de la primera persona. Punteos en la contramelodía, con unas líneas de guitarra que siempre tienen algo que decir, aunque sea de soslayo.

Maldito abril destapa la auténtica base del proyecto de Cobardes (querida o casual). Se puede hablar mucho de Marea y de La Fuga, y desde luego que hay algo de ellos, sobre todo del segundo, pero la raíz sería Luter. Y querría subrayar el nombre como tal, no tanto el «grupo».

La canción maneja muy bien la intensidad y los cambios de ritmo, y apuntala el drama con un fraseo excelente. La pega tal vez esté en ese volver al teatro de la vida, el enfrentamiento propio de las relaciones, el contigo sin ti. La quinta pista se encuentra a la cabeza en sumar minutos y también en cuanto a lo más relevante de Que empiece el baile.

Cobardes logo

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Previamente hacía hincapié en el nombre de Luter porque la siguiente, Vuela, abre la flor y nos recuerda a los excelsos Los Reconoces, la banda de culto que vio nacer al madrileño. Un estilo más aguerrido, que encaja fenomenal con el aire gris de la pista. La originalidad viene dada por los complementos rumberos del solista.

De la rumba pasamos al reggae. Así da los primeros pasos La frontera. Más adelante, las texturas de los instrumentos tomarán forma de Marea, aunque sin que arda la máquina, hasta cuajar un estribillo correcto, con el que sellar otra ruptura amorosa. La pista cierra el círculo con un espolvoreado reggae.

Sólo tú rompe la urdimbre de Que empiece el baile. En la línea de añadir colores al disco, la pista se ve dominada por un piano. Éste intenta que el recorrido sea lo más delicado posible. Asimismo, Selva Barón sobrevuela como coro y como segunda voz, en un intento de dulcificar el trabajo de Janices. La paternidad se vuelve eje de la pista, de manera que se desmarca de una temática demasiado recurrente. La letra, eso sí, se ancla en clichés: la mujer cuida, y el hombre protege.

El disco ha bajado para permanecer ahí, porque Otra noche sigue estirando las notas. Cuando levanta, se parece a La Desbandada en su intento de acercarse al pop. Otra pista sobre el desamor que puede quedar en la penumbra por la jovialidad de sus compañeras.

El álbum despide la faena con Un beso y hasta siempre, y con el traje de La Fuga. La voz de Janices, en cierta medida, se acolcha, y este alarga las sílabas cual Rulo (sic). También la letra parece beber de los de Reinosa. Hasta la temática: la música y la carretera.

Que empiece el baile es una obra de nicho impecable. Los seguidores de las bandas mencionadas (Marea, La Fuga o Luter) rápidamente se sentirán interpelados por la esencia de sus canciones. Y los fans de algunas otras, como Benito Kamelas, Silencio Absoluto o, muy especialmente, Gritando en Silencio. La fruta del rock poético y granuloso con estribillos atractivos tiene muchos gajos, y todos casan a la perfección.

Sin embargo, las posibilidades de Que empiece el baile se ven recortadas por recalar una y otra vez en el subterfugio amoroso. Deviene en una ruleta de rupturas. Asimismo, igual que le pasa a bandas como Forraje o La Desbandada, las canciones tienen demasiados dejes líricos de sus maestros, algunos de ellos muy trillados: la carga dramática de los meses, el desamor como tema en sí mismo, el existencialismo de la ruptura…

Cobardes debería salir de su zona de confort lírica, explorar otros caminos, pero fácilmente podría ocupar un lugar de preferencia en su estilo, porque lo ejecuta realmente bien.

Que empiece el baile (2023)

1) Caminos de algodón 2) Quinientas mil mañanas 3) En otros labios 4) En llamas 5) Maldito abril 6) Vuela 7) La frontera 8) Sólo tú 9) Otra noche 10) Un beso y hasta siempre

SABICIO

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Esta entrada fue publicada en 22/02/2024 por en Música, Reseña/Crítica y etiquetada con , .

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